¿Cómo podemos liberarnos de esa culpabilidad que vamos cargando por mucho tiempo?
Hace más de un año atrás tuve que tomar una decisión muy difícil en mi vida y aunque creí que era la mejor, para el resto de mi familia no fue así.
En Agosto del 2017 me levanté con una inseguridad, si atendía o no la cita que estaba programada con el veterinario de nuestra mascota que vivió dieciséis años y medio en nuestro hogar convirtiéndose en parte de nuestra familia desde el momento que llegó, cuando apenas tenía nueve semanas de vida.
Era como un bebé, el rey de la casa, el animalito por el que nuestro hijo menor oró al Señor durante seis años.
Hasta que un día su papá se lo entregó como regalo sorpresa a sus doce años, con motivo de su cumpleaños.
Nunca olvidaré la emoción de mi hijo, y su agradecimiento a las oraciones que hacía cada noche antes de dormir pidiendo por su perrito y que finalmente fue contestada.
Allí comenzó una nueva aventura para nuestra familia. Y si bien él era el dueño del perrito a quien le puso por nombre Blaze, con quien jugaba y se entretenía mucho, fui yo quien asumió la responsabilidad de su atención y cuidado.
Fueron dieciséis años de trabajo el cual hice con mucho amor ya que, como dije antes, era parte de nuestra familia, muy querido por todos. Y aunque Blaze gozó de buena salud durante todos esos años, con el pasar del tiempo fue envejeciendo, fue perdiendo su vista y comenzó a padecer de artritis. Esto le provocaba un gran sufrimiento cuando hacía frío debido al crudo invierno al que nos enfrentamos cada año.
Así fue como su calidad de vida se fue deteriorando. Estaba más lento, le dolían sus huesos por la artritis, temblaba todo el tiempo y se tropezaba al caminar por la pérdida de su visión.
Fue cuando tuve que tomar la difícil decisión de llevarlo al veterinario y pedirle que lo pusiera a dormir,ya que nadie más lo haría.
Cuando ese día llegó, pensé que estaría sola en la clínica acompañando a nuestro querido Blaze, pero para mi sorpresa llegaron mi hijo mayor y su esposa y la esposa de mi hijo menor ya que mi hijo menor, el dueño de la mascota, no quiso presenciar la cruel despedida de su querido amigo.
Mi corazón se partía al ver cómo nuestro compañero luchaba por mantenerse en pie al recibir la anestesia, era como si no quisiera morir, luchando por su vida, hasta que ya no pudo hacerlo más y cayó sobre su cuerpecito quedando dormido para siempre.
Luego el médico veterinario nos dio un momento para estar a solas con él. En esa situación al ver a mi hijo mayor, una culpabilidad se apoderó de mí. No me imaginaba cómo el presenciar algo así le podría afectar tanto a una persona.
Me sentí culpable por no tomar en cuenta que mis hijos no estaban de acuerdo a que lo pusiéramos a dormir, y aún así tomar esa decisión.
Así es, el sentimiento de culpa puede ser un arma poderosa que satanás usa para hacernos sentir mal porque está relacionado con nuestra conciencia, que nos trae el recuerdo de cosas que hemos hecho en el pasado.
Es importante que pidamos perdón por nuestras equivocaciones.
Tuve que reunir a mis dos hijos y pedirles perdón por haber tomado la decisión de poner a dormir sin su consentimiento a nuestra mascota. Ellos sintieron dolor pero sabían que Blaze ya estaba sufriendo mucho, no querían que lo pusiéramos a dormir, sin embargo igualmente entendieron que fue lo correcto.
Me despido recordándoles algunos puntos importantes:
- Necesitamos perdonarnos a nosotros mismos para ser libres de la culpa.
- Pedir perdón también es necesario.
- Aceptar el perdón de Dios es imprescindible.
El perdón está disponible para cada uno de nosotros, lo dice la Escritura: “Pero en ti hay perdón”.Salmos 130:4.
Marina Pinto
A continuación les comparto los comentarios de mis hijos junto a una foto de Blaze:
Daniel: Desde el momento en que pude pedir un perro a mis padres, lo hice. Todos los días preguntaba, y todas las noches rezaba para tener un perro. Oré y esperé muchos años hasta que, un maravilloso día de abril de 2001 mis padres me sorprendieron -cuando volví a casa de la escuela- con un nuevo cachorro para mi cumpleaños. Jugué con él sin fin y lo amé todos los días durante 16 años. Hoy hemos tenido que despedirnos de él. La decisión fue difícil, pero su calidad de vida ya no era excelente.
Blaze, te amamos y te extrañaremos. ¡Fuiste mi deseo y mi sueño hecho realidad! ¡Disfruta del cielo de perro!
David: Hoy fue un día triste… pero tuvimos dieciséis años de lindos momentos. Te voy a extrañar, pequeño amigo…
Escuchen un programa de ENCUENTRO: El diario de un perrito