“Venid luego y estemos a cuenta; si tus pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos, y si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18). De esta manera Dios convoca a todo ser humano a restablecer la relación entre ambos.
El razonamiento común de la gran mayoría de las personas que han vivido haciendo del pecado una práctica es que en esas condiciones no pueden osar acercarse a Dios. Pero lo que ignoran ellas es que El no anda buscando en particular a personas de conducta o moral intachable o a aquellos que nunca han experimentado la frustración de vivir en medio de la podredumbre del pecado. Cuando algunas personas cuestionaban al Señor Jesucristo por que entraba a la casa de un hombre de mala fama y odiado por la gente de esa ciudad, él les contestó: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”.
Dios busca precisamente a aquellas personas que andan muy alejadas de El. El Señor sabe que mientras el ser humano no restablezca su relación personal con El, no podrá encontrar la paz y la felicidad que anda buscando. Un filosofo llegó a esta sabia conclusión: “En el corazón del ser humano hay un vacío muy grande, que no puede ser llenado por nada ni por nadie, sino sólo por Dios”.
El ser humano fue creado por Dios para vivir en relación estrecha con El. Alejado de su Creador el ser humano jamás podrá vivir equilibradamente en paz y felicidad. Lo que toda persona necesita, cualquiera sea su condición actual, es reconocer que ha vivido alejado(a) de Dios, pecando y causando dolor al corazón de Dios, como cuando un padre ve que su hijo(a) anda totalmente descarriado. Pero a diferencia de los seres humanos, Dios siempre está dispuesto a perdonar y a recibir a ese hijo pecador. “Y al que a mí viene, no le echo fuera”, dice el Señor Jesús.
Si bien la Biblia dice que “la paga del pecado es muerte”, también dice: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. La muerte del Señor Jesucristo es el medio que Dios proveyó para que el ser humano pueda obtener el perdón de Dios y así restablecer su relación con El.
Qué debemos hacer para restablecer esa relación con Dios? Una oración sincera y sencilla, como la siguiente: “Señor, reconozco que he vivido alejado(a) totalmente de Ti, ofendiéndote con mis actos. Estoy arrepentido(a) de lo que hice, y por eso te pido perdón. Acepto la muerte del Señor Jesucristo, y creo que su sangre derramada cubre ante Ti mis pecados. Ahora le acepto a El como mi Salvador personal. Abro la puerta de mi corazón y le invito a que entre a mi vida y sea El quien la dirija de aquí en adelante. Amén”.
Si usted ha orado de esta manera, a partir de este momento empieza una nueva vida. La Biblia dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”.
Hay tres cosas que usted ha obtenido al hacer esta decisión:
- Todos sus pecados han sido perdonados.(Isaías 1;18-28)
- Es un hijo(a) de Dios. (San Juan 1:12) “Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios’
- Tiene vida eterna. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida esta en su Hijo(1 Juan. 5:11).
También hay tres cosas que debe hacer de aquí en más:
- Leer la Biblia diariamente. De esta manera conocerá más de Dios.
- Ore diariamente. Orar es hablar con Dios, como un hijo habla con su padre.
- Busque una iglesia donde pueda crecer espiritualmente y servir a Dios.
Finalmente, nos gustaría recibir un correo suyo para que nosotros también demos gracias a Dios por la decisión que acaba de hacer. Nuestro correo electrónico es: info@encuentro.ca
Dios le bendiga abundantemente.
Su amigo Ernesto Pinto
Les invito a ver un programa de television titulado: “No mas ateo”