Nunca entenderemos el sufrimiento que nos toca experimentar aquí en la tierra. El dolor, según la definición del diccionario, nos dice que es un sentimiento intenso de pena, tristeza o lástima, que se experimenta por motivos emocionales o anímicos.
Nunca podremos entender ese pesar que una persona siente por la pérdida de un ser amado o un divorcio. Sólo quien lo ha vivido, sabe lo que se siente al atravesar por esa situación.
El dolor es como un nudo que te ahoga en tu pecho y te falta la respiración. Cuando llega a nuestra puerta, nos hacemos preguntas: “¿Por qué Dios lo permitió?”. Y muchas veces entramos en una lucha con Él y lo cuestionamos cuando deberíamos de preguntarnos: “¿Para qué el Señor lo ha permitido?”.
Una vez un pastor muy amigo me dijo: “¿Sabes? Quizás aquí en la tierra nunca tengas la respuesta del porqué”, quizás recién cuando llegues al cielo recibas todas las respuestas a tus preguntas. Mientras tanto, aquí en la tierra reflexiona: “¿Para qué El te ha permitido que el sufrimiento y el dolor llegue a tu vida?”. Él siempre tiene un propósito y tiene todo bajo control.
Querida amiga/o, mientras estemos aquí, pasaremos por tristezas y desazones que nunca imaginamos que atravesaríamos.
El desierto puede ser ese dolor que hoy estás viviendo, pero depende de ti si quieres morir ahí o luchar para salir y al final poder contar al mundo de cómo El Señor te sacó en victoria de él.
Al sufrimiento no podremos combatirlo mientras vivamos en este mundo. El Señor nos dice en Su Palabra, en el libro de Juan 16:33: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (RVR 1960).
Muchas veces somos llevados a esos desiertos porque lo necesitamos. Es posible que cuando estés en esa situación de dificultad, tu vida de oración cambie de una forma más personal y profunda con Dios, tal vez estuvieras necesitando buscarlo de una manera más cercana aún.
Prepárate porque es allí, mientras estés en el desierto, que tendrás guerras espirituales. Satanás tratará de desanimarte y derrotarte, pero somos hijos de Dios. Él está con nosotros en todo tiempo, nos va a sostener y no nos abandonará en ningún momento.
Es en el desierto en donde Jesús quiere hacer cosas grandes en nuestra vida. Nuestro maestro fue llevado a ese inhóspito lugar para ser tentado por el enemigo. Estuvo allí cuarenta días y cuarenta noches, nos dice el libro de Mateo 4: 6: “Si eres Hijo de Dios, échate abajo”. (RVR 1960).
Satanás tratará de destruirnos, ese es su trabajo. Y para lograrlo, vendrá con promesas que quizás para la carne parezcan buenas, pero es allí en donde Dios nos hace fuertes para resistir a las mentiras y engaños. Es ahí donde el Señor nos da la firmeza para responderle, así como lo hizo en aquel momento de la tentación: “Vete de aquí, Satanás, porque escrito está: ‘Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás’ ”. Mateo 4:10. (RVR 1960).
Si nos mantenemos firmes, veremos que el diablo engañador sale huyendo. Así como lo hizo con Jesús, también lo hará con nosotros porque él sabe que somos hijos de Dios, y aunque lo intente, no nos podrá tocar.
Así es que no más preguntas para Dios del “porqué” cuando estemos pasando por un desierto.
Dios te bendiga y te haga más fuerte cada día.
Marina Pinto
Les invito a escuchar algunos programas radiales:
Mi hija sufría de leucemia
Hermano te estoy esperando