El andar en la voluntad de Dios no significa que nuestro camino sea un lecho de rosas, sin tener que transitar algunas dificultades. Eso le sucedió a Esdras quien intentando reedificar el templo para restaurar el culto y la adoración en la ciudad de Jerusalén, tuvo que enfrentar diversas adversidades.
¿Qué hizo entonces? ¿Se frustró? ¿Se quejó enojado por sufrir inconvenientes, protestando contra Dios? ¿Renunció a su tarea aunque era grande y debía padecer muchas oposiciones?
De su vida tomamos algunos consejos que puede ayudarnos a enfrentar nuestras propias luchas: se reunió con el pueblo de Israel, su gente de confianza e hicieron oración y ayuno. ¡Es increíble el poder del acuerdo! Estando juntos, confesaron su pecado y alinearon su vida conforme a los mandamientos de Dios. Clamaron al Señor invocando su misericordia y rogando por su intervención. Y como siempre… Dios respondió. “Así que ayunamos y oramos a nuestro Dios pidiéndole su protección, y él nos escuchó”.Esdras 8. 23. (NVI).
Dice el Salmo 33: 16-22 “El rey no se salva por la multitud del ejército, ni escapa el valiente por la mucha fuerza. Vano para salvarse es el caballo; la grandeza de su fuerza a nadie podrá librar. He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus almas de la muerte, y para darles vida en tiempo de hambre. Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda y nuestro escudo es él. Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros, según esperamos en ti”. (RVR 1960).
Muchas veces, en nuestro intento por restaurar nuestros lazos familiares y/o llevar adelante nuestro hogar, sufrimos luchas y contradicciones, pero confiamos que la buena mano de Dios está sobre nosotros como estuvo con él.
En estas circunstancias escuchamos la voz del Espíritu Santo que nos dice para animarnos: “No temas y avanza en fe”.
Con cariño, de su hermana en Cristo,
Mónica Rosas
Colaboradora de ENCUENTRO
Les invitamos a escuchar el testimonio de nuestra hermana Monica: