Al acercarse la Navidad, vemos cómo los comerciantes nos insinúan a CONSUMIR a través de propagandas y caros anuncios Pareciera que el villancico más popular fuera: “Comprar, comprar, no importa el dinero que hay que gastar; comprar sin medida hasta nuestra cuenta bancaria vaciar. Estresado y cansado pero no te olvides que esperándote está el famoso mall remozado…”
Te preguntarás, qué le regalaré a mi esposa/o a mis hijos, a mi jefe, a mis empleados, a mi gato, etc. Al querer entregar un presente a nuestra familia pensamos: ¿qué puedo regalarles que refleje mi corazón y todo mi amor hacia ellos?
Al pensar en esto, puedo decir como Pastor, que he visto a muchas personas en esta época sufrir ataques de pánico y hasta depresión, porque el afán y la presión de la época les roba las prioridades. Tenga cuidado de no esforzarse más allá de lo razonable. Muchos empiezan a trabajar horas extras y en algunos casos hasta buscan un trabajo extra para pagar los famosos regalos. Cuídese de no excederse de lo prestado, es decir, no abusar de las tarjetas de crédito. Tal vez por quedar bien, usted lo hace y haya alguien que ni siquiera aprecie todo su esfuerzo. Si desea regalar, hágalo, pero sea razonable, regale de acuerdo a sus posibilidades.
Considere que las estadísticas sobre este tema nos recuerdan que nuestros hijos, cónyuges y parientes lo que realmente necesitan es nuestra presencia, el pasar este tiempo en familia, rodeados del amor familiar.
No perdamos el sentido real de esta época, el cual es CELEBRAR que Dios ha enviado a su Hijo a este mundo como el mejor obsequio. Hoy usted puede hacer de esta comercializada época una verdadera Navidad.
Que su corazón sea el pesebre donde Jesús venga a nacer y hacerlo a usted una nueva persona. El mejor regalo que le puede dar a sus seres queridos es compartirles la noticia de que Jesús nació en su corazón y también quiere hacerlo en el de ellos. De esa manera todos juntos podrán disfrutar de la Vida Eterna.
En Gálatas 4:4-6 dice: “Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiera a los que estaban bajo la ley a fin de que recibiéramos la adopción de hijos. Y por cuanto son hijos, Dios envió a nuestro corazón el Espíritu de su Hijo que clama: Abba, Padre”.
Feliz Natividad.
Ernesto Pinto
www.encuentro
DIC.2016
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