El pasado puede ser un gran peso que cargamos sin disfrutar lo que la vida generosamente nos regala. Nuestra visión se nubla por ese evento que “nos marcó”, dejó una huella imborrable en nosotros y ahora estamos condenados/as a vivir amargados, frustrados y sin acceso al código de la vida y del éxito.
A través de los programas radiales o de televisión, ya sea por correos electrónicos (e-mails) o través de las diferentes redes sociales, recibo muchas consultas sobre diversas situaciones.
Y los interrogantes más frecuentes son: “¿qué hago con estos recuerdos?”, “¿cómo conquisto el pasado?, ¿qué hago con este secreto que me atormenta? Como puede apreciar, la mayoría de personas que me consultan están de una u otra manera atrapadas en “lo que les sucedió” en “lo que les hicieron”.
No podemos negar que nuestro pasado le juega trucos a nuestra mente. Y para mucha gente los traumas del pasado los mete en verdaderas crisis y a otros no.
Déjeme graficarlo de esta manera: imaginemos que nuestra conciencia es como una gran bolsa y que todos nuestros recuerdos van allí, donde los almacenamos, sean estos buenos o malos, negativos o positivos. En ese imaginario costal, los buenos recuerdos son livianos, los podemos cargar sin mayor inconveniente, hasta los disfrutamos. Pero los negativos, esos son como “piedras pesadas” que nos agobian y nos roban el disfrutar de la vida.
Y así, “el golpe que recibí de papá”, “el abuso sexual que me ocasionó mi tío”, “las palabras ofensivas que me repetía mi madre”, “las burlas que me hacían en el colegio por ser gorda/a”; por alguna razón inexplicable han venido a definir quién soy y en muchas circunstancias me hacen “refugiarme” en mi mismo/a, eligiendo la soledad, o trato de refugiarme en conductas destructivas(drogas, pornografía, alcohol, etc.) que al final me llevan a la depresión, autocastigo, rebeldía, pobre autoestima, etc.
La pregunta del millón es: ¿cómo supero los fantasmas del pasado y empiezo a disfrutar mi presente? Pregunta preñada de ansiedad y desesperación, ¿seré que existe una formula?, ¿un secreto ancestral que me permita continuar en vuelo de victoria y satisfacción personal? ¿O será que tengo que resignarme a seguir amarrado a mi pasado?
La buena noticia es. Sí, hay una formula. Sí, existe un código ancestral y se encuentra en San Juan 10:10: “Yo he venido para que tengan Vida y para que la tengan en abundancia”. Estas son las hermosas palabras de Cristo Jesús, el sanador de nuestras almas, el consejero como dice en Isaías 9:6, el psicólogo de psicólogos, el buen Pastor. Y Él ahora te dice: “Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28).
El maestro te está pidiendo que dejes el “costal” de recuerdos negativos que no te dejan flotar en las aguas turbulentas de tu existencia. Entrégaselo, no tengas miedo. Jesús hace tiempo que te está buscando. Toma nota de esta “receta”, no es tan sencilla como muchos creen porque requiere de valor, disciplina y humildad.
De valor, para abandonar la oscura prisión del miedo y enfrentar la Luz del Jesús resucitado. Tomar su Cruz, es de verdaderos hombres o mujeres decididas a disciplinarse, dispuestos a ser sanados de las heridas del pasado y seguir día a día a Cristo como dice en Mateo 16:24: “negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguirlo”.
Hay que ser humilde para creer y depender de Dios. (San Juan 15:5). Desprendernos de hábitos, costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causaron dolor. Esto no es debiluchos, enclenques, es de personas que aprovechan la oferta de Jesús: “Yo vine para darte vida…“ “Yo soy el Camino, Yo soy la Verdad, Yo Soy TU vida. Fuera de mi NADIE viene al Padre” (a la verdadera espiritualidad/conexión con Dios).
Solamente libres del peso del pasado, podremos aprovechar el resultado valioso que siempre nos proporciona una renovación espiritual. El apóstol Pablo lo planteó de esta manera: “…Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”(2ª Corintios 5:17)
Esa decisión de entregar nuestra vida a Cristo, el Apóstol Pablo la describe como: “resucitado con Cristo”, como una nueva naturaleza.
Veamos la propuesta de Pablo en tu nuevo caminar hacia una vida plena. Colosenses 3:1-11:
“Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios.
Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria. Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría.
Por estas cosas viene el castigo de Dios. Ustedes las practicaron en otro tiempo, cuando vivían en ellas. Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador. En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos.”
Así que a disfrutar de tu nueva naturaleza. Cantemos junto al Salmista este himno de Victoria: “Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de Sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias.” (Salmos 103:2-3.)
Ernesto Pinto / Abril/16
Vea algunos de nuestros programas de television: