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diciembre 14, 2016 By Encuentro

El Verdadero Mensaje de la Navidad!

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La hermana Marina nos comparta una linda historia de Navidad!

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Faltaba solo una semana para La Navidad y el grupo de mujeres de la Iglesia había programado una fiesta especial de Navidad en el asilo de ancianos.

Como yo era la secretaria del grupo tuve que hacer varias llamadas para pedirles a las mujeres que prepararan un plato especial y que fueran a servir a los ancianos.

La mayoría contestaban que con gusto prepararían un pastel pero que no tenían tiempo para asistir a la fiesta.

Me entristecí al saber que solamente 5 de 30 mujeres vendrían a ayudar, ya que tendríamos que atender a casi 200 ancianos.

Las pocas mujeres que se comprometieron, colocaban los adornos Navideños, organizaban las sillas, y se aseguraron de que todo estuviera listo para la fiesta.

Comenzó la música, ya los ancianos estaban reunidos en el patio, alguien les cantaba Villancicos; Me pasé la tarde corriendo de un lado a otro, llevando pasteles y ponche, sin mirar, ni de reojo a los ancianos que servía, además a cada uno le daba una bolsa de caramelos y un regalo.

Recorriendo todas las alas del edificio, me dolían las piernas de subir las escaleras. Una de las tantas veces que subí, una ancianita que llevaba un vestido estampado, rasgado y desteñido me toco el brazo y me dijo tímidamente: Perdone, señorita. ¿Tendría la bondad de cambiarme el regalo?

Me volví hacia ella irritada y  repliqué: ¿Cambiarle el regalo? ¿Por qué? ¿Es que acaso le toco uno de hombre?

No, No…..dijo vacilante. Es que me tocaron perlas. Las perlas representan lágrimas y yo ya no quiero más lágrimas.

Y pensé! ¡Qué superstición! Hay que ver cómo está el mundo! ¡Deberían de agradecer cualquier cosa que les dieran! Me dije a mi misma.

Y le contesté; Lo siento.  Ahora estoy muy ocupada. A lo mejor después se lo puedo cambiar.

Me fui corriendo para llenar otra vez la bandeja y me olvidé al instante de la señora.

Con la bandeja llena de tortas llegue corriendo a la sección de mujeres, en la planta baja. Abrí la puerta del cuarto y una vez adentro, me estremecí de tal modo que la bandeja me empezó a temblar en mis manos. ¡En aquel cuarto feo y deslucido, acostada en un camastro de sabanas grises y con un camisón raído, estaba mi madre! ¿Mama? ¡No puede ser! ¡Mama está muerta! Y de estar viva no se encontraría en un lugar así. Se trataba de un asilo para ancianos sin familia, gente pobre y enferma que no tenía donde estar ni quien la cuidara. Cerré mis ojos y pensé esto es un sueño no puede ser;

Al abrir mis ojos pude ver a la mujer demacrada; No era mi madre; sino una ancianita con el cabello gris y ojos azules, que ni se parecía a mi madre ¿Qué me habría pasado que pensé que esa pobre mujer podría ser mi madre? Al salir de la habitación no me sentí aliviada en cambio sentí un dolor inmenso y un nudo en la garganta.

Sin decir una palabra salí para que no me viera llorar. Dirigiéndome a un rincón donde no había luz me senté sollozando.

Señor ¿Qué me pasa? ¡Me estoy volviendo loca! Y casi al instante oí su respuesta, que no me llego con palabras audibles si no en mis pensamientos: “Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres….y no tengo amor, de nada me sirve”

Inmediatamente me di cuenta que ese día yo había preparado tortas, caminado kilómetros, había llevado comida a muchas personas, pero,  ¿Para qué? ¿A quién había estado sirviendo?  ¿A quién había tratado con cariño? ¡Ni siquiera me había molestado en mirar a nadie! Los ancianos no significaban nada para mí, ni  había visto sus rostros….

Hasta que vi en alguien que sufría; el rostro de mi madre. Entonces cobraron vida para mí los ancianos: “Perdóname, Señor” dije en voz baja. “Lo he hecho todo al revés.

Tengo que volver a empezar”. Respiré profundamente, me enjugue las lágrimas y volví a la mesa de los pasteles.

Busque entre todos los ancianos, de fila en fila. A todos se les veía contento, cantando villancicos mientras sonaba la música. Por primera vez en todo el día, empecé a sentirme feliz. Entonces vi aquel gastado vestido estampado. La señora estaba sentada contra la pared  sola, teniendo en su regazo los caramelos sin desenvolver y las perlas. Se veía muy triste. Me acerque corriendo y le hablé: La he buscado por todas partes. Le traje un regalo diferente: un broche de piedras rojas. Alzo la vista sorprendida y luego, agarro la caja y la abrió. Los ojos se le iluminaron y sonrío de oreja a oreja encantada:

Muchas gracias señorita exclamo, es muy bonito.

De nuevo se me hizo un nudo en la garganta, pero esta vez no me importo:

Deje que se lo coloque le dije. Y deme esas perlas, que ninguna falta nos hacen las lágrimas en Navidad.

Cuando me fui, la deje cantando en el patio con los demás y me dio la impresión de que se me quitaba un peso tremendo de encima. Solo me quedaba una cosa por hacer antes del fin de la fiesta: volver al cuarto de la sección de las mujeres, en la planta baja. De alguna forma tenía que darle las gracias a aquella anciana, pero no sabía cómo. Cuando empuje la puerta, me encontré a la señora sentada en la cama, comiéndose la torta y cuando entré sonrío: “Feliz Navidad mamita”, le dije.

¡Qué bueno que haya vuelto me contestó! Quería darles las gracias a todas las señoras por venir y hacernos la fiesta. Me gustaría hacerle un regalo, pero no tengo nada que le pueda dar. ¿Le puedo cantar una canción?

Ya no me podía contener más y asentí con la cabeza. Me senté en la cama mientras ella me interpretó con voz chillona, tres estrofas de una canción muy triste que jamás había escuchado en mi vida. Pero el resplandor de sus ojos pudo más que la letra y dejo en mi bien claro el mensaje de la Navidad: ¡Compartir con los demás?

Autor Desconocido.

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Filed Under: Blog, Uncategorized

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Comments

  1. Gloria Amparo Gavarrete Aguilar says

    diciembre 14, 2016 at 7:35 pm

    Que Excelente reflexion…se me salieron las lagrimas… a poner en accion.. saludos  Gloria A. GavarreteAsistente ContableDesarrollos Comerciales Los OlivosTel: 9765-5305

    El Miércoles, 14 de diciembre, 2016 12:52:14, Encuentro escribió:

    #yiv4105458046 a:hover {color:red;}#yiv4105458046 a {text-decoration:none;color:#0088cc;}#yiv4105458046 a.yiv4105458046primaryactionlink:link, #yiv4105458046 a.yiv4105458046primaryactionlink:visited {background-color:#2585B2;color:#fff;}#yiv4105458046 a.yiv4105458046primaryactionlink:hover, #yiv4105458046 a.yiv4105458046primaryactionlink:active {background-color:#11729E;color:#fff;}#yiv4105458046 WordPress.com | Encuentro posted: » La hermana Marina nos comparta una linda historia de Navidad!   Faltaba solo una semana para La Navidad y el grupo de mujeres de la Iglesia había programado una fiesta especial de Navidad en el asilo de anciano» | |

  2. Encuentro says

    diciembre 16, 2016 at 4:28 pm

    Gracias Gloria por el saludo! Bendiciones!

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