Le contaré mi historia: Yo, un niño, desde muy pequeño crecí en un hogar donde había pura violencia; mi papá le pegaba a mi mamá y esto me dolió mucho.
Cuando tenía como siete años, mis padres me dejaron donde unos vecinos para que me cuidaran. Es ahí donde comenzó mi martirio; ya que en ese lugar uno de sus hijos me violó. Esta experiencia hizo sentirme sucio pero por mi edad realmente no sabía lo que me había hecho.
Sucedió que un día en el colegio nos explicaron sobre la sexualidad y cuando lo escuché, no soporté más y me fui al baño. Lloré como un loco. Pastor, esto marcó mi vida; pues, desde ese momento nunca era el mismo. Ya no jugaba; solo me dedicaba a mis estudios.
Recuerdo que a la edad de12 años, les conté a mis padres lo que había sucedido, pero ellos en vez de ayudarme, me reprocharon y me echaron la culpa de todo.
Ya como entré en mi pubertad (como a los 14 años) me comenzaron a gustar a los hombres, pero para ese tiempo yo iba a la iglesia. Estaba muy confuso en mi interior; yo sabía que estos sentimientos no eran correctos. Finalmente, cedí a la tentación y tuve relaciones con un primo. Después de esa experiencia surgió en mi un odio hacia a Dios, pues, yo le echaba la culpa de todo lo que me pasó.
Pero la verdad, mi consejero, es que yo quiero cambiar; quiero ser diferente. Ya no siento a Dios en mi corazón. Creo que ya no me quiere porque yo no cambio.
Pastor, dígame, ¿Qué hago? Quiero cambiar y dejar esto; necesito su consejo. Yo lo escucho todos los días. Yo sé que usted ha ayudado a muchos homosexuales que quieren dejar esa vida.
Dios le bendiga a usted y su ministerio; por favor, ore por mí.
Una oveja descarriada.
Respuesta
Apreciado joven, me alegra saber que decidiste expresar tu dolor y confiar en mí un secreto que me imagino ha estado quemando tu alma.
He trabajado con muchos jóvenes que fueron abusados. Me entristece escuchar de la mayoría de ellos, como tú, me cuentan que lo más duro para ellos es la realidad que sus padres no les creyeron.
Con tu permiso haré una pausa para hacer un llamado de atención a aquellos padres que leen esta columna.
Queridos padres, sus pleitos y gritos afectan las emociones de sus hijos. Por favor, cuídense al pelear. Hasta para pelear con el conyugue, hay que tener reglas.
Segundo, siempre hay que creerles a nuestros hijos. Si ellos tienen el valor de contarnos una tragedia de estas, hay que creerles y tratar de sanarlos. Nosotros los padres somos la primera puerta a una salida triunfante de un hijo/a que ha atravesado un trauma de esta índole.
Volviendo contigo mi amigo, creo que hay varias cosas esenciales que necesitas hacer en tu vida.
- Reconocer que fuiste una víctima de abuso sexual. Tú no decidiste que te abusaran, pero sucedió. Es una realidad que no podrás cambiar. Ahora ese acontecimiento no debería de darte el derecho a destruir tu alma.Es muy posible que la inclinación a la homosexualidad sea una forma de escape al dolor que sentías en tu pubertad, al verte abusado y sobre todo sentirte defraudado por tus padres que no te creyeron; y por el contrario ellos imprimieron en tu subconsciente que tú te buscaste ese abuso. Cito tus palabras: “ellos en vez de ayudarme me reprocharon y me echaron la culpa de todo.”
- Te animo a regresar a Dios. Él no es el culpable de lo que te pasó. Tus padres son los verdaderos culpables. Y, si quieres sanarte tendrás que ofrecerles tu perdón. Refiriéndote a Dios, me dices en tu nota; “Creo que ya no me quiere porque yo no cambio.” Dios no espera que tu cambies por tu propia cuenta. El quiere cambiarte. Cuando le pedimos perdón por los méritos de Cristo, El nos perdona y nos limpia. El Salmo 51:17 nos recuerda: “El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido.” Y, uno de los textos que más me gusta es Primera de Juan 1:9 que dice así: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.”
- Decide perdonar a tus padres, al vecino que te abusó y perdonarte a ti también. Haz el énfasis en el DECIDE. Solo podrás vivir libre cuando DECIDAS, que Cristo es Tu Salvador. Él ha perdonado tus pecados y tu pasado. El ahora te ve como una nueva creación. “De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17)
- Con esta verdad en tu mente DECIDE, que ya no eres una víctima, sino que de ahora en adelante DECIDE confesar con tu boca la victoria de Cristo sobre tus traumas y heridas del pasado. El pasado no lo olvidarás, pero la revelación de que Cristo te ha limpiado y perdonado te capacitará para vivir una vida de victoria.
Por ahora te recomiendo hacer una oración en la cual aceptas el perdón que Cristo te ofrece y luego confiesa que estás dispuesto a perdonar a los que te hicieron daño.
También será recomendable que te alejes por un tiempo de tus amigos homosexuales, que te retires de toda pornografía. Por último, te recomiendo hacer un pacto con Dios que tu cuerpo no lo entregarás más a la homosexualidad. Tú eres un hombre y tienes que vivir como tal. (Si necesitas ayuda con esto del pacto, te puedo enviar una muestra de los pactos que otros clientes han hecho.)
Con Cristo, si es posible cambiar y tu lo lograrás. Te reafirmo que Dios es un Dios de restauración y perdón. No tardes, acércate, hoy a EL.
Y, por supuesto que seguiré orando por ti.
Pastor
Ernesto Pinto
Texto sugerido:
Lucas 18:10
Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba consigo mismo de esta manera: ‘Dios, te doy gracias que no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano. Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que poseo.’ Pero el publicano, de pie a cierta distancia, no quería ni alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Dios, sé propicio a mí, que soy pecador.’ Os digo que este descendió a casa justificado en lugar del primero. Porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.