¿Alguna vez han robado tu identidad?
Hay personas que han sido víctimas al ser usurpadas por alguien que les ha robado sus carteras o billeteras con su documentación. Y las que son honestas, al encontrarlas las depositaron en algún buzón de cartas para que fuera enviado a su respectivo dueño.
Pero otros, en cambio, han querido tomar ventaja y no las entregaron, sino que han tratado de utilizar la identidad de quienes han extraviado sus documentos.
Hoy en día estamos viviendo tiempos peligrosos en todas las áreas, pero hay una con la que debemos de tener mucho cuidado y es con el uso y mal uso del internet y las redes sociales que están disponibles hoy en día.
Las redes sociales son un instrumento con el que mucha gente permanece en contacto con sus amigos, busca empleo o comparte sus fotos o videos; sin embargo, ante este enorme caudal de datos personales que viajan por la red, algunos tratarán de suplantar o robar tu identidad.
Muchas personas se sienten contentos al creer que a través de todos los likes (me gusta o dedito para arriba) que reciben serán más importantes y comparten mucho más de lo que debieran sobre sus vidas personales.
Respecto a la pérdida de identidad, la Biblia registra el caso de Jacob quien usurpó el lugar de su hermano Esaú para engañar a su padre anciano y ciego llamado Isaac.
Jacob sabía que Esaú, por ser primogénito era el acreedor de la bendición de su padre y con la ayuda de su madre se hizo pasar por su hermano, poniéndose pieles en sus brazos para no ser reconocido. Encontramos esta historia en Génesis 27:1-40.
Sabemos que hacerse pasar por alguien que no eres, tarde o temprano, traerá consecuencias a tu vida. Jacob tuvo que huir durante mucho tiempo para que su hermano no lo matara.
Todos tenemos una identidad que nos caracteriza por quienes somos.
La buena noticia es que Dios nos dio una identidad única, nos dice la Escritura que Él nos hizo a su imagen y semejanza: “Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó”. Génesis 1:27. (RVR 1960).
Así como nuestros padres biológicos saben que nosotros somos sus hijos porque ellos aportaron su ADN y eso nos identifica como su descendencia, lo mismo sucede con nuestro Padre Celestial.
Hace algunos años atrás, conocí a una joven quien me decía con tristeza que su madre negaba que ella fuera su hija. Podía ver el dolor en su rostro al contarme que un día encontró a la mujer que le dio la vida y siendo una niña al enfrentarse con ella le preguntó: “¿Es usted mi madre?”. La mujer mirándola a los ojos le dijo: “No, yo no soy tu madre”.
Mi corazón se llenó de tristeza al ver el rostro de aquella mujer recordando esa triste historia, ya que sí era su madre, simplemente esa mujer no quiso tomar la responsabilidad sobre su hija.
La triste realidad es que hay muchos niños por las calles sin saber quiénes son sus padres.
Pero mi querida amiga/o, la buena noticia es que en Dios nuestra identidad estás asegurada cuando mantenemos una comunión íntima con Él.
Aquí comparto algunos versículos que nos recuerdan nuestra identidad en Cristo:
- Gálatas 3:26, 4:6: “Soy hijo(a) de Dios”.
- Romanos 8:17: “Soy heredero de Dios y coheredero con Cristo”.
- Efesios 2:10: “Soy hechura de Dios, creado para buenas obras”.
- Colosenses 3:12: “Soy escogido de Dios, santo, y amado”.
- 1 Pedro 2:9-10: “Soy linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios”.
Al habernos creado a su imagen y semejanza, Dios tiene un propósito para tu vida. Nos dice 1 Pedro 2:9: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
Dios te Bendiga.
Marina Pinto
Les dejo algunos programas radiales: