La preocupación llega a nuestras vidas por diferentes razones, algunas veces porque no tenemos empleo, porque algún pariente está enfermo o porque nos sentimos incapacitados por no poder valernos por nosotros mismos y aun por la inseguridad en nuestros países. Todo esto es porque vivimos en un mundo lleno de pecado y en donde sabemos que tendremos luchas, pruebas y aflicciones. Ellas nos causan tristeza, muchas de ellas nos desanimaran y tenemos que tener mucho cuidado porque hasta nos pueden llevar a la frustración y derrotarnos.
Gracias al Señor que él nos ha apartado para él y nos ha dejado su palabra para que en estos tiempos tan difíciles podamos refugiarnos en ella para que podamos buscar su guía y su ayuda. Solamente a través de las sagradas escrituras podremos encontrar conforte, esperanza y dirección que necesitamos para poder ser libres de nuestras aflicciones.
En circunstancias adversas, normalmente soy guiada por el Espíritu a refugiarme en las promesas que encuentro en las sagradas escrituras y es allí que yo encuentro confianza y paz.
Leemos en San Juan 16:33 palabras directas de los labios de nuestro amado Maestro: “Estas cosas os he hablado para que tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero CONFIAD, yo he vencido al mundo.”
En el texto citado, Jesús está hablando a sus discípulos porque él conoce todas las cosas y sabía que un día tendría que dejarlos, por lo tanto él sabía que sus discípulos iban a estar tristes. Cristo conocía a sus discípulos y seguro que también le conoce a usted y a mí.
El conoce nuestro corazón y como nos sentimos. El conocía a sus discípulos, había caminado con ellos por tres años, enseñándoles, preparándoles porque sabía que un día ya no iba a estar con ellos. Puedo imaginar a mi Señor preparando el corazón de los discípulos, dándoles instrucciones para cuando él ya no estuviera con ellos (Juan 14).
Lo mismo sucede con nosotros como padres, demos instrucciones a nuestros hijos antes de salir. Igual Jesús sabía que tenía que dejarlos y por eso tenía que darles instrucciones y cuando leemos el versículo en San Juan 16:18 vemos que los discípulos estaban confundidos. Quizás ellos no creían que Jesús les iba a dejar y así somos nosotros, muchas veces no creemos, o dudamos en algunas circunstancias.
El versículo 18 dice que los discípulos se preguntaban ¿Qué quiere decir? Decían “No entendemos”.
Jesús sabía que ellos estarían tristes y en el versículo 20 nos dice “De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo.”
Podemos encontrar esta paz y la confianza al saber que así como Jesus les prometió a sus discípulos que esta tristeza no sería permanente, así él también lo promete a nosotros.
Más adelante vemos que aún no entendemos algunas cosas como los discípulos no entendían. Y ¡es normal! es por eso que él nos ilustra en una forma más fácil de comprender y creo que las mujeres lo entendemos aún más que los hombres porque lo hemos experimentado lo que nos dice en Juan 16 versículo 21 “La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia”.
Aun nuestro amado Salvador se sintió triste cuando supo que sus discípulos lo dejarían, solo porque él sabía todas las cosas. Leemos en el siguiente versículo 32 «He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.»
Y así mismo como él sabía que podía contar con su padre, así nosotros también tenemos la seguridad de que en cualquier circunstancia podemos contar con nuestro padre celestial e ir a él con nuestra angustia y él está con los brazos abiertos esperándonos.
Quiero terminar con estas palabras para animarte, que cuando te encuentres en tu vida pasando aflicciones, las puedas decir con fe y convicción y son las palabras CONFIAD Y PAZ ya que si CONFIAS en el Señor y le depositas tus cargas, Él te dará PAZ
33 » Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.»
¡Recuerda tenemos un Dios grande! Y en él somos más que vencedores.
Dios te Bendiga.
Marina Pinto