Por Ernesto Pinto
Mientras transcurría el minuto 51 del partido que se disputaba entre Argentina e Inglaterra por los cuartos de final, durante el Mundial realizado en México en el año 1986, Diego Armando Maradona convirtió dos de los dos goles más famosos de la historia.
El primero lo hizo con su mano izquierda, logrando burlar al árbitro central quien convalidó el gol, mientras que el segundo lo realizó cuatro minutos más tarde, luego de partir desde la mitad del campo argentino y gambetear a cinco jugadores ingleses. Logrando así un gol realmente muy impresionante.
Pero lo que realmente me impactó, fue lo que sucedió fuera de la cancha. Una vez terminado el partido, un periodista se le acercó a Maradona y le preguntó si había convertido el primer gol con la mano. A lo cual Diego respondió: «Yo no la toqué, fue la mano de Dios…».
¿Estaba La Mano De Dios en El Gol De Diego Armando Maradona?
Un año más tarde, Diego se mostró más prudente cuando un periodista de la BBC le preguntó sobre su gol con la mano: – «Fue un gol totalmente legítimo, porque lo convalidó el árbitro. Y yo no soy quién para dudar de la honestidad del árbitro».
¿Usted no puede dudar de la honestidad del árbitro? ¿Y de la suya, señor Maradona?
Algunos llamaron a esto, que obviamente fue un fraude, “viveza latina”.
Puedo entender a Diego, ya que crecí en Latinoamérica. Y aunque no puedo negar que la honestidad existe, puedo sostener que en la actualidad estamos viviendo en «la cultura del más vivo», donde no importa a quién tengamos que dañar, con tal de sacar algún provecho o ventaja.
No niego que existen cosas muy buenas en nuestra cultura, pero en el tema de la honestidad hay «mucha tela que cortar». A eso se le llama «la cultura del más vivo».
Es ahí donde yo veo que nuestra fe se bifurca de la cultura. Mi fe me lleva a tener en alta estima al prójimo, a levantar los valores de Dios antes que los valores de la cultura.
Durante los últimos cuarenta año, he vivido en diferentes países y con cultura muy distinta a la nuestra. Y puedo afirmar, con total seguridad, que he visto que, si bien en esa sociedad nos encontramos con cosas negativas: como el materialismo descarado o el soberbio individualismo, la ley se hace cumplir y la honestidad es un tema de discusión permanente.
Destaco que, cuando llegué a Manitoba, Canadá, a fines de los ochenta del siglo pasado, me impresionó positivamente que en las zonas rurales, se podía obtener los productos que allí se cosechaban. A mi esposa y a mí nos gustaba ir a comprar miel y otros productos avícolas. Normalmente los campesinos vendían sus productos al aire libre , y muchas veces lo único que había era una mesa con los productos, con sus respectivos precios . No había nadie que atendiera a los clientes, simplemente cada uno recogía lo que deseaba o necesitaba y luego depositaba el dinero en un recipiente que generalmente se encontraba en una esquina de la mesa, y si alguien necesitaba cambio, lo tomaba y luego se retiraba. Muchas veces me pregunté ¿qué sucedería si estas mesas estuvieran a la orilla de una de las carretera de nuestras ciudades, en América Latina? ¿Cuánto tiempo duraría el producto o el recipiente con el dinero?
Como seguidores de Jesucristo es nuestro compromiso promover una cultura de honestidad, que honre a Dios.
La cultura de deshonestidad no es algo nuevo. Ya en la Biblia se habla de pesas o medidas falsas Pero en ella nos dice que estas son «abominación a Jehová, mientras que las pesas justas le agradan» (Prov. 20:23).
La balanza falsa es abominación al SEÑOR, pero el peso cabal es Su deleite. Lo dice Proverbios 11:1
Miqueas, un profeta promotor de Justicia, que hablaba los políticos de su época , preguntó: -¿Daré por inocente al que tiene balanza falsa y bolsa de pesas engañosas? Miqueas 6:11
Retomando el interrogante inicial: ¿Estaba la Mano de Dios en el gol de Diego Armando Maradona?
Siendo una persona que ama a Jesucristo, ¿qué hubiese hecho usted?
Veamos lo que hizo otro famoso jugador de fútbol en una situación similar. Esto sucedió en la Liga Italiana, en el año 2012. Cuando se jugaba el minuto cuatro del partido entre el Napoli y Lazio, el equipo que en ese entonces era visitante, tuvo un tiro de esquina (también conocido como corner). Hubo un centro cerrado y Miroslav Klose, jugador del Lazio, mientras era marcado por el argentino Hugo Campagnaro, metió la mano y desvió la pelota, que posteriormente se introdujo en el arco. El árbitro, Luca Banti, señaló dicha jugada como un gol. ¿Pero saben qué hizo este jugador alemán? Inmediatamente después Klose dirigiéndose al árbitro, le pidió que lo anulara ya que lo había hecho con su mano, sin utilizar la excusa que fue realizado con la “mano de Dios”.
Sin embargo en «la Cultura del más vivo», se lo celebraría de todas maneras. El insensato diría: “Es un tonto, si ya el árbitro lo había declarado que era gol, ¿para qué contradecirlo? Pero, en la conciencia de Miroslav estaba el deseo de hacer lo correcto y no involucrar “la mano de Dios” en una acción fraudulenta.
Mis amigos, les aseguro que la cultura de honestidad comienza con cosas pequeñas y triviales, como estos goles fraudulentos. En este próximo mundial tendremos participando a un equipo que va por primera vez a esa gesta con un gol que nunca existió, por ese motivo los periódicos le llamaron “gol fantasma.”
Por favor, recordemos que las ganancias fraudulentas son agradables sólo por poco tiempo. Así lo afirma la Biblia: «Sabroso es al hombre el pan de mentira; pero después su boca será llena de cascajo» Proverbios 20:17.
Por último, finalizo con estas sabias palabras del gran apóstol Pablo: «Procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres» 2 Corintios 8:21.
Ernesto Pinto
Director de Encuentro
www.encuentro.ca
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