¿Cuántos amigos tienes en las redes sociales? ¿Mil? ¿Diez mil? A mí me aparecen en el Facebookacerca de diez mil entre los “amigos” y los likes.Pero, para ser honesto, tal vez mis amigos verdaderos no lleguen a diez. Ocurre que muchas veces confundimos los contactos que tenemos de manera virtual con una verdadera amistad.
En una ocasión, un joven cuando estaba predicando citó de manera errónea un texto bíblico: “Como dice la Biblia ‘dime con quién andas y te diré quién eres’”. Esperé que bajara de la plataforma y después de animarlo por el valor que tuvo de subir al púlpito, le dije:
-Me gustó ese nuevo texto de la Biblia.
-¿Cuál me preguntó?
– Ese de ‘dime con quién andas y te diré quién eres’, nunca lo había leído en las Escrituras. Es que en realidad ese texto no existe en la Biblia. Lo que este joven hizo fue citar un dicho popular, que nos anima a saber escoger nuestros amigos.
Sin embargo, encontramos que en Proverbios 22: 24-25 se alude a la misma temática: “No te hagas amigo de la gente irritable, ni te juntes con los que pierden los estribos con facilidad, porque aprenderás a ser como ellos y pondrás en peligro tu alma.(NTV).
Otro texto a considerar es este: “Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano”. Prov.18:24 (NVI).
¿Conoce usted a alguien que haya sido destruido por “sus amigos”, introduciéndolo a las drogas, al alcohol o a una vida de delincuencia? Esos son claros ejemplos de “amigos” que una vez en la cárcel se hubiese deseado no haberlos conocido nunca.
Pero también las Sagradas Escrituras nos hablan de verdaderos amigos, aquellos que nos acompañan en nuestras tristezas, que nos edifican.
Por ejemplo, la Biblia relata: “Ahora bien, Job tenía tres amigos: Elifaz, de la región de Temán, Bildad, de la región de Súah, y Sofar, de la región de Naamat. Al enterarse estos de todas las desgracias que le habían sucedido a Job, decidieron ir a consolarlo y acompañarlo en su dolor. A cierta distancia alcanzaron a ver a Job, y como apenas podían reconocerlo, empezaron a gritar y llorar, y llenos de dolor se rasgaron la ropa y lanzaron polvo al aire y sobre sus cabezas. Luego se sentaron en el suelo con él, y durante siete días y siete noches estuvieron allí, sin decir una sola palabra, pues veían que el dolor de Job era muy grande”. Job 2: 11-14. Todos debemos de buscar este tipo de amigos: fieles, leales y solidarios.
En mi vida personal he experimentado lo que dice Proverbios 18:24: “Hay amigos más fieles que un hermano”. Realmente Dios me ha bendecido con buenos amigos y amigas. Muchos de ellos están lejos, pero la distancia no ha logrado apagar nuestra amistad. Me gusta viajar sólo para verlos y conversar con ellos. Es una delicia contar con verdaderos amigos.
Al leer las Escrituras me conmuevo al escuchar a Cristo llamarme su amigo. Lo podemos citar en el contexto que lo expresó:
“Y este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes. No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros”. Juan 15:12-17. (NVI).
Un texto cargado de significado y de sabiduría, ¡qué delicia tener a Jesús como amigo! Hace unos años atrás le escribí esta poesía:
Jesús, tú eres mi amigo,
mi compañía en este embravecido mar.
Aunque no te vea,
siempre estaremos juntos en el camino.
¿Por qué decidiste ser mi amigo?
Nunca lo entenderé…
Pero lo que sí sé es que estás ahí para escucharme.
Ayer, me hablaste con la carita sucia del niño de la calle,
con la sonrisa de mi sobrina,
con el abrazo de mi madre.
Sé que todos los días me hablas,
perdóname ya que muchas veces te ignoro.
¡Ah!, pero cuando decido oírte
me haces reír y hasta escribir canciones, prosas y poemas sin razón.
¡Eres la alegría de mi corazón!
Hoy con tu presencia besas mi alma
pero un día yo besaré tu rostro.
Jesús, ¡tú eres mi amigo!
Ernesto Pinto
P.D.: Si aún Jesús no es tu amigo, ¿qué estás esperando? Él te ama, tal como eres y hoy puedes acercarte a Él. Y te sugiero que le digas en oración:
“Bendito Señor Jesús, te doy gracias por llamar a la puerta de mi corazón. Reconozco que por años viví dándote la espalda, sin hacer tu voluntad. Comprendo que mis pecados me separaron de ti y que he sido rebelde a tu llamado. Pero hoy me arrepiento, pido tu perdón y que me limpies de toda maldad. Te invito a que entres en mi vida, mi alma y todo mi ser. Te recibo como mi Señor y Salvador personal. Te doy gracias por amarme eternamente y adoptarme como tu hijo. Te pido que me des la fuerza para seguirte y servirte todos los días de mi vida. Amén”.
Si hiciste la oración escríbeme a info@encuentro.cay con gusto te enviaré un librito devocional, completamente gratis.
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