Vivimos tiempos muy desafiantes. Según estudios académicos, nuestros hijos están siendo expuestos a partir de la temprana edad de ocho años, a entretenimientos que nuestra generación enfrentó durante su adolescencia.
Otros de los desafíos son “las agendas” que son verdaderas semillas del infierno. Para muestra alcanza un botón: la agenda homosexual tratando de re-definir el concepto de familia. Institución creada por Dios y base de la sociedad civilizada.
Si esto fuera poco, la iglesia moderna enfrenta otro desafío: los falsos lideres están inflados por “el culto a la personalidad” y “la titulitis”. Personalmente creo que es el cáncer más peligroso, ya que por esa “obsesión” se ha descuidado predicar el Reino de Dios y consecuentemente no permite traer sanidad a nuestras naciones. Por el contrario, nos vemos rodeados de “agendas de reino personal”, que están trayendo bulla y hojarasca a nuestras congregaciones.
Esta madrugada me enfrenté con la interesante enseñanza de Cristo a sus discípulos, que se encuentra en Mateo capítulo 23. Merece releerlo y meditarlo a la luz de nuestro acontecer.
Solamente mencionaremos algunos puntos de esta reflexión.
En medio de una sociedad que rinde culto a los títulos, Cristo nos dice:
- La educación: prepararse en “la academia”, sirve para conocer. El conocimiento nos es malo, pero no siempre es sabiduría. Observe en los versos siguientes que los fariseos ‘Conocían” mucho, pero su estilo de vida estaba lejos de cátedra de Moisés (vs.2)
- Lo que se aprende es para vivirlo, para ponerlo en práctica. Jesús advierte: “…porque dicen y no hacen” (Vs.3)
- Los falsos maestros siempre impondrán cargas, ritos, dogmas para complicar el mensaje sencillo del Reino de Dios (vs.4)
- Los falsos lideres siempre buscan ser servidos (para que la gente los mire.. vs.5)
- ¿Cuál es su motivación? La verdadera razón por la cual hace lo que hace(vs.7)
- Los verdaderos seguidores de Jesús NO aceptan títulos, como: maestro (rabí), ya que hay un solo «maestro». (vs. 8 y 10)
- El atrevimiento más farisaico del mover moderno, que no solamente quieren ser llamados por su título (Apóstol, Reverendos/as, Doctor, etc), sino que ahora quieren que se les llame PADRE. Claramente Cristo dice: “Aquí en la tierra no le digan a nadie ‘padre’. Ustedes sólo tienen un Padre que está en el Cielo.” (vs. 9)
Usted y yo, como discípulos de Cristo, no debemos seguir navegando en las aguas de la crisis de la identidad espiritual. Porque sabemos quiénes somos en Cristo.
Los títulos, por buenos que sean, no deben definirnos. El apóstol Pedro nos recuerda esta verdad que debemos atesorar. Aquí cito 1ª de Pedro 1:18-19: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”.
Yo sé quién soy en Cristo. «Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo». Efesios 2:13
Consiervos, si queremos descansar en saber quiénes somos, aprendamos de nuestro fiel Maestro. Él lo expreso así: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y HALLAREIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS.” Mateo 11: 29.
¡Piénselo!
Ernesto Pinto