Y estas señales seguirán a los que creen, en mi nombre echarán fuera demonios…”
Si te siguen es porque avanzas o has avanzado…
El rol de la profecía es hacernos avanzar por caminos establecidos por el Señor para nuestras vidas.
Hace muchos años atrás recibí en un Congreso la palabra profética de sacar el pasaporte para los viajes de servicio que Él me tenía preparado, la recibí con mucha emoción que se diluyó al poco tiempo. Un tiempo después tramitando mi documento de identidad, la empleada de la oficina nos consultaba a cada uno de quienes estábamos solicitando dicha documentación si queríamos sólo ese documento o también el pasaporte. No fue hasta ese momento que recordé las palabras dichas en esa profecía y por obediencia lo tramité. Durante varios años estuvo el pasaporte dentro de mi armario, listo, esperando ser usado. Mientras, yo reclamaba su promesa. A veces creyendo con paciencia y otras no tanto, pero con la firme convicción que Dios siempre es fiel a Su Palabra. Hoy estoy aquí por Él primeramente y por sus maravillosas Palabras dichas a mi vida y mi familia y por las palabras proféticas de mi mamá que junto a sus oraciones han sido y son un gran sostén para mi ministerio.
¡Qué importantes son las Palabras proféticas! ¿Verdad?
Hace poco leí una novela llama “The Pursuit of Happyness” de Chris Gardner traducida al español como “En busca de la felicidad” en la cual se basó la película homónima. En la historia hubo algo que me llamó poderosamente la atención: el protagonista y personaje principal de esta autobiografía relata cómo fue empoderado por su madre cuando era apenas un joven y con muchas condiciones adversas en su vida en ese entonces. Lo importante y decisivas que resultaron para determinar el rumbo de su existencia hasta hoy en día.
Según Chris en 1970 la única forma en que un niño del gueto como él podía salir de la pobreza era si sabía cantar, bailar, correr, cantar. Y ninguna de ellas eran sus habilidades. Por lo que se diluía ser Miles Davis pero a través de su madre Gardner entendió que ese “puesto estaba ocupado” por lo que su tarea consistía en ser él mismo, implicara lo que implicara.
Transcribo estas líneas porque me encierran palabras sumamente poderosas: “’Hijo, si tú así lo quieres, un día podrías obtener un millón de dólares.’ La cantidad de dinero no era lo importante cuando mamá pronunció aquellas palabras; la parte operativa de su mensaje era que si yo deseaba hacer algo, fuera lo que fuera, podría conseguirlo. Y no sólo le creí entonces, a mis dieciséis años, sino que seguí creyendo en esa afirmación todos los días que siguieron…”
Esto me recordó e hizo entrar en razón, ¿qué palabras les imparto o “profetizo” a mis hijos cada día? ¿Qué mensaje reciben de su madre o mentora durante sus vidas? ¿Palabras de ánimo y fe? ¿O de temor, fracaso y desconcierto?
Sin duda, sigue siendo un tremendo desafío para mí cada día pero es importantísimo tomar conciencia y ser decisivas en este tema. Nuestras palabras tienen poder y total autoridad impartida por nuestro Señor Jesucristo y el Espíritu Santo me y nos advierte a ser sabios y sabias en cómo las utilizamos. Porque ellas determinarán el rumbo de de la vida de nuestra descendencia. Serán impulsados o detenidos, confrontados ante el peligro o estimulados en el error por medio de ellas.
Pido al Espíritu Santo que me ayude en mi debilidad, que me asista en esta necesidad de tener las palabras justas para mis hijos, para mis alumnos y para todos aquellos con quienes conviva.
Mónica Rosas (Colaboradora de ENCUENTRO)
21/2/2019
Con Cristo si se puede