Al reflexionar sobre este fin de semana en que se celebra la Semana Santa o Semana Mayor, como algunos le llaman, pienso que algunos recuerdan la muerte de Jesús sólo en esta fecha, otros en cambio aprovechan para ir a una playa a descansar o también para hacer esas exquisitas comidas que sólo se hacen para esta época.
Sin embargo, quienes creemos en Jesús y le hemos recibido como nuestro Señor y Salvador en nuestras vidas, la semana Santa es un tiempo en que recordamos que nuestro Salvador fue crucificado injustamente, pero también celebramos la victoria de Jesús sobre la muerte y el cumplimiento de Su amor.
Eso significa que ese día tan cruel en que nuestro amado Salvador debió sufrir esos latigazos haciendo que su sangre corra por todo su cuerpo, fue necesario para que se cumpliese el propósito de Dios: enviar a su único hijo a morir para salvarnos, como dice las Escrituras en Juan 3:16.
Jesús derramó su sangre en la cruz para redimirnos de nuestros pecados, su Palabra dice que la paga del pecado es la muerte, por eso Él dio su vida en nuestro lugar.
Además podemos verlo preocupado por los suyos hasta el último momento, así lo podemos ver cuando su madre estaba sufriendo al pie de la cruz y a su lado se encontraba Juan, le pidió a su discípulo amado que cuidara de ella. (Juan 19:26-27). De la misma manera nos amo a ti y a mí y esto quedó demostrado cuando dio su vida por nosotros.
El Domingo de Resurrección celebramos que nuestro Rey venció a la muerte con poder.
La Palabra de Dios nos dice en Lucas 24:1-8: “El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron:
– ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.
Entonces ellas se acordaron de sus palabras”.
“Nuestro Señor vive, Él ha resucitado”
¡Aleluya!
Marina Pinto
Escucha el programa radial: La vía dolorosa