Muchas mujeres están siendo abusadas y sufren en silencio por las malas decisiones que tomaron en su vida. Golpeadas, no solo física sino también emocionalmente, por aquel hombre que juró amarlas cuando se casaron.
Esa mujer es la que llora en soledad porque este hombre no le permite salir ni tener amistades; es la misma que se siente abusada y no puede terminar esa dependencia nociva porque espera un bebé.
Estas son solamente algunas de las pocas causas de sufrimiento que padecen a diario miles de mujeres que conservan esa clase de relación.
Este es el relato de una joven que creció con sus padres y tenía una tía, quien era abusada por su esposo.
Un día esta joven le dijo a su papá: -¿Por qué no haces nada para defender a tu hermana de los abusos que le causa su marido? Y la respuesta del padre fue: -¡Ella es la culpable!
Así es, parece grotesca la respuesta pero él continuaba diciendo que ella tenía la culpa por no haber escuchado a sus padres cuando le decían que no se casara con ese hombre borracho; pero ella, desobedeciendo los consejos, huyó con él y ahora debía enfrentar las consecuencias de su mala decisión.
Sin embargo, con el pasar de los años esa muchacha se enamoró de un joven guapo y de buena conducta, y se dejó llevar por la apariencia sin averiguar quién era en realidad este muchacho.
Durante el noviazgo -aunque el joven vivía lejos- iba a visitarla cada semana, hasta que se casaron con el consentimiento de los padres de ella, quienes le dijeron: “Si usted nos promete ser un hombre responsable y de buena conducta, le daremos la mano de nuestra hija para casamiento”.
Fueron felices y después de unos meses, la pareja esperaba a su primer hijo.
Al nacer el bebé todo cambió, este hombre empezó a estresarse por los desvelos y la responsabilidad que trae consigo un hijo y comenzó a maltratar a su esposa.
Iniciaron las discusiones, los gritos, culpándola de no ser una buena madre, ni mucho menos una buena mujer; haciéndola sentir que era una inútil.
Si pudiéramos regresar el tiempo, quizá haríamos las cosas diferentes pero lamentablemente no se puede. Hoy sólo nos toca aprender de los errores del pasado y hacer los cambios necesarios para que ocurra lo que hubiéramos querido que sucediera.
En Proverbios 3:5-6, dice: Fíate de Jehová de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.
Muchas mujeres no saben cómo salir de esa relación de abuso ni tampoco cómo esa copa que de gota en gota se va llenando hasta que un día se rebalsa y sienten que ya no aguantan más.
Por muy duro que sea, no podemos seguir lamentándonos; debemos de buscar ayuda.
Algunas mujeres finalmente han tomado la decisión de huir de esa clase de hogar y de esa relación de maltrato y abuso.
Muchos hombres en público se presentan con su esposa como si ella fuese lo mejor en su vida y aparentan tratarla como un diamante, pero en su hogar, son otra cosa muy diferente.
Tomando decisiones
¿Cuál sería tu decisión si estuvieras en el lugar de esta joven?
Esta mujer comenzó a orar al Señor para que cambiara el corazón de su esposo; buscó ayuda con un psicólogo, y también apoyo en un centro para mujeres maltratadas.
En su oración el Señor le dijo: “Comienza a cambiar tú y verás la respuesta a tu oración. Ama a tu esposo aunque no te ame y con el tiempo verás cómo él reconoce que no eres su enemiga”.
Sabemos que con el Señor todo es posible, “porque nada hay imposible para Dios”. (Lucas 1:37).
Marina Pinto
Le comparto unos de mis programas de radio para mujeres:
Sufri un engaño
Las heridas de un divorcio