La codicia es el deseo impulsivo de poseer muchas cosas, especialmente riquezas o bienes, algo que es bueno según nuestros ojos. Dios había revelado a Moisés entre los diez mandamientos la prohibición de ser codicioso diciéndole en Exodo 20:17 y Deuteronomio 5:21 "No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo".
En este mandamiento Dios advierte a tener cuidado y no tener deseos de adquirir mas cosas. Esto no se refiere a las necesidades, sino a la envidia, a la codicia por la posesión, cuyas consecuencias son la infelicidad, el odio, el egoísmo y la soberbia, que nos apartan del Amor de Dios.
Es importante saber apreciar lo que los demás tienen, porque nos hace humildes, y nos enseña a valorar cuanto Dios nos ha dado. La envidia no es sana, porque provoca el querer tener lo que los demás tienen, es la puerta a la infelicidad.
El deseo es bueno y honesto cuando es fuente de progreso en la vida. Dios sólo nos recomienda no desear las cosas ajenas que nos hagan apropiárnoslas indebidamente: nos invita a no desear el mal que lleva al pecado y que arruina nuestro espíritu y alma. Tenemos que ser sabios y vigilar con la razón y la voluntad cualquier deseo para que no se convierta en codicia.
Lucas 12:15ss, describe que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. Y en Mateo 6:19-21, Jesús nos amonesta: «No acumuléis tesoros en la tierra…” ¿Porque sigue la codicia si ya sabemos que no es bueno? ¿Cómo harás para poder vencer la codicia?
Oración: Dios, mi buen Señor ayúdame a ser honesto conmigo mismo y a aceptar con humildad mi condición y capacidad, gozándome con tus riquezas brindadas cada día al recibir tu bendición. Ayúdame a valorar tus provisiones y a valorar las cosas de los demás, sin querer tomarlo como mio, te pido en el nombre de Jesús, amen.
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