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Cuando Dios llama a una persona común

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  • hace 9 horas
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El llamado de María

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Lucas 1:26–38 nos relata la historia del anuncio del Ángel Gabriel a María.

El llamado de María comienza con un detalle que a menudo pasamos por alto: Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, un pueblo pequeño, poco valorado y socialmente insignificante. Allí estaba María: una joven humilde, sin influencia, sin plataforma, sin recursos… y, sin embargo, Dios pensaba en ella.

Aunque al principio María se asustó ante la aparición del ángel, reconoció pronto que era un mensajero del Señor y aceptó lo que él anunciaba.


Su respuesta revela una verdad poderosa: El llamado de Dios no depende del lugar donde nacimos, ni de nuestra historia, ni de nuestros recursos. Dios mira el corazón antes que el estatus.Él sigue eligiendo lo sencillo para manifestar Su grandeza.

“Salve, muy favorecida”: Identidad antes que tarea

Antes de hablarle del plan, Dios le habla a María de su identidad en Él:

“Muy favorecida...”

El llamado de Dios siempre comienza por afirmar quiénes somos en sus manos, no por lo que haremos.Dios no escoge a María por su capacidad, sino por Su gracia.Y esa gracia la cubre antes de darle instrucciones.

Dios sigue obrando así hoy: Él te afirma, te recuerda que está contigo y luego te muestra lo que quiere hacer en tu vida.


María se turba: El llamado de Dios siempre confronta nuestra humanidad

La reacción de María es muy humana:

“Ella se turbó por sus palabras y pensaba qué salutación sería esta.”

El llamado de Dios no siempre produce emoción instantánea. Muchas veces produce: confusión, preguntas, miedo, y la sensación de “¿yo?”.

El hecho de que María se turbe no muestra falta de fe, sino la realidad de recibir un llamado divino en un corazón humano. Dios no exige que no tengas preguntas; Él camina contigo en medio de ellas.  María, siendo tan joven, reconoció y honró la voz de Dios sin cuestionar sus intensiones. No puso excusas, no pidió más tiempo, no trató de negociar con Dios. Solo se dispuso y dijo sí.

¡Cuántas veces nosotros hacemos lo contrario! Dudamos, ponemos condiciones, pedimos señales adicionales o esperamos “un mejor momento”. Pero María no pidió nada de eso.

Su respuesta revela una verdad poderosa: El llamado de Dios no depende del lugar donde nacimos, ni de nuestra historia, ni de nuestros recursos. Dios mira el corazón antes que el estatus.Él sigue eligiendo lo sencillo para manifestar su grandeza.


“No temas”: El llamado siempre trae paz antes que misión

Antes de explicarle el plan, el ángel le dice:

“No temas.”

Dios nunca envía un llamado que no venga acompañado de Su paz. Con María, Dios elimina el miedo para que pueda escuchar la misión con claridad.

Quizás tú también necesitas escuchar esto hoy: Antes de mostrarte el “qué”, Dios quiere tranquilizar tu corazón.


Dios revela Su plan: Un llamado mayor que ella misma

El ángel explica lo que Dios hará:

  • Ella concebiría,

  • daría a luz al Mesías,

  • y su hijo sería “Hijo del Altísimo”.

Este llamado era completamente sobrenatural y humanamente imposible. Dios no llama a María a algo que ella pudiera lograr con sus fuerzas, sino a algo que solo Él puede hacer en ella.

Así es el llamado de Dios hoy:No se trata de nuestras habilidades, sino de Su poder obrando en nosotros.


María pregunta: “¿Cómo será esto?” — Honestidad aceptada por Dios

María no duda, pregunta. No cuestiona la promesa, sino el proceso.

Dios no reprende su pregunta. Al contrario, le da más claridad.

Esto confirma un principio espiritual:La fe no es ausencia de preguntas; es traer nuestras preguntas a Dios.


Dios responde con una promesa y una señal

Gabriel responde:

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti…”“El poder del Altísimo te cubrirá…”

Dios no solo llama… capacita. Y como muestra de su fidelidad, le da una señal: el embarazo milagroso de Elisabet.

Cuando Dios nos llama, siempre nos acompaña con: Su poder, Su presencia, y confirmaciones que fortalecen nuestra fe.


La respuesta de María: fe rendida, no fe perfecta

María termina diciendo:

“He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.”

Ella no entiende todo, pero se entrega completamente.Dios no buscaba perfección, sino disposición.

La grandeza de María no está en su capacidad, sino en su rendición.

El llamado de María nos enseña que:

  • Dios sigue visitando personas comunes.

  • Nos afirma antes de enviarnos.

  • Nos da paz antes que instrucciones.

  • Nos permite preguntar.

  • Su Espíritu hace posible lo imposible.

  • Solo pide un corazón rendido.


El Adviento es tiempo de recordar que Dios se acerca, llama, invita y obra en personas como María… y como nosotros.

 
 
 

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