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Dios tiene cuidado de ti



En tiempos de dudas e incertidumbre, todos necesitamos palabras que nos brinden seguridad y esperanza, palabras que nos aseguren que mañana será un nuevo día, lleno de luz que iluminará nuestra situación. Al comenzar el 2020, nunca imaginamos que enfrentaríamos una pandemia global que traería consigo preocupaciones, miedos, pérdidas y desconcierto. Sin embargo, en medio de todo esto, descubrimos que Dios no ha cambiado, Él sigue siendo el mismo: fiel, constante, y atento a cada uno de nosotros. A pesar del dolor y la adversidad, Él nos ha llenado de esperanza y fortaleza a todos los que hemos puesto nuestra confianza en Él. Y hoy, una vez más, Él te ofrece esas mismas palabras de aliento y seguridad.

 

Isaías 43:1-3: "Pero ahora, esto es lo que dice el Señor, el que te creó, oh Jacob, el que te formó, oh Israel: No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre, eres mío. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y cuando pases por los ríos, no te cubrirán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni te abrasarán las llamas. Porque yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador…"

Recordemos que, sin importar las adversidades, Dios no nos abandona. Él está con nosotros en las aguas profundas y en los momentos más intensos del fuego. En todo momento, Él cuida de nosotros.

 

Santiago 1:2-4 también nos invita a reflexionar sobre el propósito de las dificultades. A menudo, las pruebas no solo nos desafían, sino que nos transforman. A través de ellas, podemos desarrollar una paciencia que nos prepara para ser más completos y más fuertes.

Además, Romanos 8:28 también nos ofrece una esperanza profunda: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados."

 

Una historia que ilustra esta verdad es la de un soldado que viajaba con su sargento en medio de una tempestad. A medida que la tormenta arreciaba, el soldado, preocupado por la situación, preguntaba una y otra vez al sargento qué debía hacer. La respuesta siempre fue la misma: “¡Mantén la dirección!” Aunque otros coches comenzaban a detenerse, el soldado continuó obedeciendo la orden de su superior. Con el tiempo, la tormenta cesó, y el sol volvió a brillar. Al mirar atrás, vio que aquellos que se habían detenido seguían atrapados en la tormenta, mientras él ya había superado la dificultad.

 

Este relato nos muestra perfectamente cómo la perseverancia, guiada por la confianza en quien nos dirige, puede llevarnos más allá de nuestras pruebas. No hay fracaso para un verdadero hijo de Dios. No hay lugar para el temor en un corazón que sigue a Jesús con valentía y determinación.

 

Así que, no te detengas. Si enfrentas tiempos difíciles, recuerda que Dios está contigo. Sigue adelante en tu camino, con la certeza de que Él te acompaña en cada paso. Si te sientes desbordado, recuerda lo que dice 1 Pedro 5:7: "Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros."

 

No importa la tormenta, Dios tiene cuidado de ti. Mantén la dirección, no te rindas, y pronto verás que la tempestad pasará. Él te guiará hacia un lugar de paz.

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