El amor de Dios
- info593312
- 23 oct
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La Biblia entera es una carta de amor escrita por nuestro Creador. Desde el principio, en el libro de Génesis, podemos ver cómo Dios contempló Su obra y declaró que todo era bueno. Cada detalle de la creación, la luz, la tierra, el mar, los animales y finalmente el ser humano fue expresión de su bondad y de su deseo de compartir su amor. Dios no creó por necesidad, sino por amor; un amor que se extiende a toda la humanidad y al resto de su creación.
Sin embargo, ese amor no se detuvo en el Edén. A lo largo de la historia, Dios continuó revelando su fidelidad a pesar de la desobediencia humana. Él no se rindió ante el pecado ni abandonó su propósito. Al contrario, en la plenitud del tiempo, decidió mostrar su amor de una manera aún más profunda y tangible: enviando a Su Hijo Jesús al mundo.
Juan 3:16 resume ese misterio divino con una sencillez, pero impactante:“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna.”En una sola frase, Dios revela el corazón de su mensaje: amor, sacrificio y salvación.
El amor de Dios no es un sentimiento pasivo ni una idea distante. Es un amor que actúa. Su amor tomó forma en la cruz, donde entregó lo más precioso que tenía: a su propio Hijo. Jesús vino no para condenar al mundo, sino para salvarlo; para ofrecer vida y esperanza a quienes estaban perdidos.
Dios amó al mundo porque amaba todo lo que había en el, aunque el pecado lo había corrompido. Pero su amor es más fuerte que la oscuridad. Al morir Jesús en la cruz y resucitar al tercer día, venció la muerte y abrió para nosotros el camino hacia la vida eterna.
Cada vez que dudamos de nuestro valor, o cuando sentimos que nuestras fallas nos alejan de Dios, debemos mirar nuevamente a la cruz. Allí encontramos la prueba más grande de su amor: Cristo murió por nosotros aun cuando no lo merecíamos.
Ese amor sigue vivo hoy. Nos alcanza, nos transforma y nos invita a amar como Él amó: con entrega, compasión y gracia. La Biblia, desde el primer capítulo hasta el último es la historia de un Dios que nunca se rindió con su creación.
Este amor nos invita a responder. Creer en Jesús no es solo aceptar una doctrina, sino confiar en el quien dio su vida por nosotros. Es vivir agradecidos, compartiendo con otros la buena noticia de un Dios que salva, perdona y restaura.
Te invito a orar:
Señor, gracias por tu amor sin límites. Gracias por enviar a tu Hijo para darme vida eterna. Ayúdame a vivir cada día recordando el precio de tu amor y a reflejarlo en mis palabras y acciones. Amén.
Viola Ayala
Encuentro




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